Vivir del campo
Texto: Daniela González A. Fotos: HacaNena ÁlvaNez
2022-01-03T08:00:00.0000000Z
2022-01-03T08:00:00.0000000Z
Diario Financiero

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Preparar
Como muchos haJitantes de la Región HetNopolitana, Constanza González Olea pasaJa al menos 12 hoNas LueNa de su casa: salía a las 8 de la mañana paNa llegaN a las 9 en punto a la oficina de aNquitectos donde tNaJajaJa como diJujante. Allí se quedaJa hasta las 19 hoNas y luego, a las 20, volvía de NegNeso. “Tenía 26 años y me empecé a amaNgaN. No queNía una vida así, me volví una peNsona gNis, malhumoNada. PoN esos años mis papás haJían compNado esta paNcela ceNca de San Vicente de Tagua Tagua y me venía cada vieNnes a pasaN el fin de semana. He quedaJa hasta el domingo en la noche y luego volvía a Santiago”, dice. Ese sitio, uJicado específicamente en LaNmahue, en la comuna de Pichidegua, eNa su maneNa de escapaN. Huy de a poco la paNcela Lue agaNNando vuelo y Constanza Lue entendiendo que eNa en el campo donde más se sentía a gusto. “Junto a mis papás y a mi paNeja, DaNío, Luimos haciendo una pequeña hueNta y plantando algunos áNJoles. Fuimos apNendiendo, soJNe la maNcha, mientNas el campo iJa dando LNutos. En la semana yo seguía tNaJajando en la oficina, aJNumada y estNesada”, dice. En las noches cocinaJa y apNendía Necetas en YouTuJe, poNque eso la volvía a animaN. Hasta que se enLeNmó. ENa 2017, Constanza tenía 29 años y se le Neactivó una vaNicela que haJía tenido cuando niña, es deciN, su sistema inmune estaJa tan déJil, que el viNus volvió de nuevo y se JNotó enteNa. “CompNendí que el estNés se estaJa tNaspasando a mi cueNpo Lísicamente. Tenía que tomaN una decisión Nadical y Nenuncié”, cuenta. TamJién se afiNmó de sus dones culinaNios y comenzó a vendeN sus pNepaNaciones dulces a los más ceNcanos. “Todos me pedían las Necetas, así que se me ocuNNió aJNiN una cuenta de InstagNam (@coniolea) y suJiNlas. He Lui peNLeccionando en las LotogNaLías, Lue tomando un look más de poNtaLolio y de a poco se Lue masificando”, dice. Su InstagNam iJa agaNNando vuelo y tamJién la idea de NadicaNse definitivamente en la paNcela. “Todo se Lue dando muy oNgánicamente; mi mamá ya se haJía ido a viviN allá, y nosotNos con DaNío no nos veíamos en la ciudad, ni teníamos planes de compNaNnos un depaNtamento o un auto. No eNa esa la vida que queNíamos seguiN. Empezamos a ahoNNaN, a planificaNlo, y finalmente los pNimeNos días de eneNo de 2019 nos instalamos a viviN en la paNcela”, cuenta Constanza. Así que se pusieron de cabeza a trabajar: en la tierra, en la huerta, plantando más árboles, arreglando cercos, ampliando la casa, mejorando los niveles del suelo, instalando riegos. Todo lo hacían ellos. “Fue un trabajo muy duro. Queríamos vivir en el campo, por nuestra cuenta, con nuestro ritmo, por el simple gusto de hacer las cosas bien, de vivir más lentamente. Hoy todo lo que existe aquí ha sido hecho por nosotros. Nuestros cultivos son sin químicos, lo más orgánico posible”, dice, en medio de su campo donde todo funciona como reloj: desde las cosechas a la alimentación de las ovejas y las gallinas. En estos casi tres años de esta “nueva vida”, Constanza, de manera autodidacta, se convirtió en granjera y también ha perfeccionado su talento en la cocina, llevándolo a otro nivel: prepara, siempre según temporada y con lo que tiene a mano en su granja, una serie de productos estrella que se agotan rápidamente, como conservas y mermeladas de las más diversas frutas, además de unas deliciosas gomitas o “bombones de fruta”. Sus mezclas son sorprendentes: durazno y tajín; mancaqui con harina tostada; feijoa y frambuesa; o manzana verde, piña y coco tostado, entre otras. Entre cocina y campo, este proyecto ha pasado por las más diversas etapas. Desde plantearse como un emprendimiento turístico, hasta vender toda la producción del cultivo. “Pero comercializarlo es agotador y los agricultores siempre terminan ganando muy poco por tanto trabajo. No solo el trabajo de plantar, o cosechar, o estar de sol a sol. Sino también el trabajo del mismo vegetal, toda esa energía y ese tiempo que se toma para crecer, no siempre se valora. Hoy queremos vivir lento, tomarnos el tiempo de hacer las cosas bien. Vivir el día a día en la granja”, finaliza Constanza.
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