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Fotos Carlos Molina Texto Francisca Urroz

CONSERVAR LA HISTORIA

Cuadros, muebles y hasta pequeñas piezas de cerámica precolombina están guardados en el depósito del Museo Histórico Nacional, una bodega de la historia de

Chile. Este es un recorrido visual por esta desconocida biblioteca de tesoros.

Ubicado en plena Plaza de Armas, el Museo Histórico Nacional (MHN) reúne diversos objetos patrimoniales, que van desde vasijas precolombinas hasta una grabación de Los Prisioneros, para dar a conocer y comprender la historia de Chile. Pero solo una pequeña parte de su colección es lo que se exhibe de martes a sábado, el resto se almacena en un edificio cuya ubicación se mantiene en reserva, bajo estrictos protocolos de conservación y seguridad.

Es una tendencia: los museos suelen tener depósitos externos para salvaguardar las piezas de sus colecciones, y el MHN no es la excepción. En su reserva –cerrada al público, pero abierta exclusivamente para nosotros–albergan cerca del 70% de las piezas de la institución. Ahí, las conservan para que puedan resistir el paso de los años.

Entrar a la bodega de la historia de Chile es un recorrido fascinante. Con paredes llenas de cuadros que esconden su arte bajo telas blancas, mobiliario de cientos de años cubiertos por fundas hechas a la medida en cartón blanco o piezas de artesanía guardadas en pulcros cajones, el recorrido por estas instalaciones es revelador y se siente como un museo incógnito; un secreto muy bien guardado.

Para ingresar hay que cumplir con un riguroso control y registro, solo se puede acceder dejando en la entrada las pertenencias personales y quienes trabajan ahí lo hacen con zapatos especiales y guantes para tocar cada pieza.

En este lugar oculto de la ciudad, nada es al azar: la temperatura es la adecuada, la humedad está controlada, en algunas de las galerías hay luz natural y en otras no. Y todo, absolutamente todo, está perfectamente clasificado y enumerado para ser encontrado rápidamente.

La responsable de todo esto es

Carmela Guarello, conservadora del Museo Histórico Nacional, quien llegó a este puesto el año 2017, cuando comenzó a rearmar el lugar. “Tuve que preguntarme cómo enfrentar la conservación, reorganizar todo –la circulación al interior era muy difícil–, optimizando el espacio para que todo estuviese ordenado y de fácil acceso”, cuenta. Su gran orgullo es que ahora todo está perfectamente etiquetado y en solo tres minutos pueden localizar cualquier pieza. Ella sabe con precisión dónde está cada cosa y está a cargo de su cuidado: el embalaje se limpia, no se debe acumular polvo y se revisa periódicamente que no haya plagas.

Sillas de diveNsos estilos y mateNiales hay en esta bodega de tesoNos, además de mesas y mobiliaNio en geneNal. Una de las técnicas que sigue soNpNendiendo, incluso a quienes tNabajan ahí, es el tNabajo de maNqueteNía en madeNa que se solía haceN.

Mantener un control medioambiental, preocuparse de la limpieza de objetos, monitorear detalles técnicos como la luz, la temperatura y humedad del depósito son solo algunas de las funciones que realiza la conservadora del MHN.

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2021-09-01T07:00:00.0000000Z

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Diario Financiero