ED HABITAR

Posibilidades

Fotos Javier Agustín Rojas Texto Daniela González A.

Buenos Aires, Argentina

El premiado edificio Bonpland 2169, ubicado en Palermo, Buenos Aires, sorprende por sus jardines elevados –un respiro verde en medio del cemento– y por sus unidades, que se mueven con soltura entre múltiples usos.

Un grupo de inversores privados se acercó a la oficina de arquitectos Adamo Faiden con la idea de hacer un edificio en Palermo, Buenos Aires. ¿Un edificio residencial, de oficinas, de turismo? No lo tenían claro. En una zona de muchos restoranes, pocas escuelas, harto movimiento y ruido, además de exenciones impositivas para la industria creativa, la decisión no era tan sencilla. Era imaginable que el edificio fuera pensado para hotel o Airbnb. También para oficinas. O como departamentos residenciales de gente joven. Entonces Sebastián Adamo y Marcelo Faiden, los arquitectos convocados, pensaron que la arquitectura podía ofrecer una solución general que fuera capaz de resolver estas tres diferencias. “Les propusimos cambiar el enfoque y, cuando eso pasa, distintos grados de libertad aparecen. Por ejemplo, preguntarnos cómo luce un edificio del cual desconocemos su programa, su uso. Y no lo vamos a conocer el día en que el edificio se inaugure, sino que lo vamos a desconocer eternamente. En realidad nos gustaría pensar que va a cambiar cada vez que lo necesite”, cuenta Marcelo Faiden a propósito de Bonpland 2169, premiado como Obra del Año 2020 (ODA) por Plataforma Arquitectura.

La práctica de Adamo y Faiden se extiende a la docencia y la investigación, y ha sido expuesta en el Museo Guggenheim de Nueva York, en la Bienal de Arquitectura de Venecia y en el espacio LIGA Arquitectura de México, entre otros. Y fue desde esa investigación que este edificio se conceptualizó a partir de sus orígenes como una estructura abierta a distintas apropiaciones: una especie de gran cubo de un ambiente, un baño, una cocina y un balcón de enormes proporciones. Por cada piso hay dos unidades y, si se mira desde arriba, se puede observar que la forma del edificio completo es un trapecio. Se trata de un entorno específico y estático, pero al mismo tiempo indefinido, capaz de sostener cualquier uso. “Y de hecho fue así, hoy el edificio es utilizado como vivienda permanente, como vivienda temporal, como oficinas. Me gustaría pensar que el día de mañana se va a ocupar para algo que nosotros ni siquiera lo previmos”, añade Faiden.

Pero esa incertidumbre inicial también traía aparejadas ciertas preguntas. “Cuando uno proyecta un edificio del cual desconoces su función o su uso final, entonces la representación que tiene hacia la ciudad se complica; es decir, el cómo tiene que verse un edificio”, comenta el arquitecto. Porque resulta más o menos evidente cómo luce un hotel, o cómo se ve un edificio de oficinas, o uno de viviendas. ¿Pero algo que puede ser las tres cosas u otras más? Esa indefinición llevó a Faiden y Adamo a hacerse una nueva pregunta: cómo les gustaría habitar la ciudad. Una de las conclusiones fue que era posible tener jardines elevados en todas las unidades -que no se llaman oficinas, ni viviendas, ni departamentos-, con dos metros de profundidad para poder plantar ahí árboles o lo que fuera. Para tomar aire. “Entonces, como arquitectos, podíamos ofrecer metros cúbicos de aire, de un aire que cambia su aroma, su humedad, su temperatura, por la arquitectura, gracias a que hay un jardín por delante”, cuenta.

La terraza, de 8 metros por 2 de profundidad, está cubierta totalmente de tierra y plantas, lo que aporta amplios jardines individuales en medio de un barrio donde el concreto es la norma.

Ese balcón siempre fue un regalo para Marcos Altgelt, que vivió en Bonpland por un año; una manera de tener verde en medio de la ciudad. “Es una situación urbana no tan común y poder haberla vivido para mí tiene cierto peso personal”, dice este arquitecto que desarrolló el interiorismo de su departamento con los muebles de Ries, su estudio de diseño. “Fui colonizando el espacio de a poco y eso me ayudó a entender cómo era ese entorno. Espacialmente es muy particular y radical. Es un tremendo acierto que el ventanal esté en el lado más largo, porque por lo general está en el lado más corto. Uno puede aprovechar al máximo cada rincón”, añade Altgelt, quien finalmente se mudó porque necesitaba un lugar más grande, para vivir con su pareja.

“El balcón tiene vida propia y hace lo que quiere. En él se puede ver el paso de las estaciones. En la oficina no lo usamos mucho para estar ahí, pero sí tenemos esa constante sensación de estar rodeado de verde en medio de un entorno urbano”.

El fotógrafo de arquitectura Javier Agustín Rojas tiene su oficina en Bonpland, junto a los arquitectos Juan Campanini y Josefina Sposito, hace tres años. Con ellos, armó un layout con escritorios, una cortina blackout para el control solar y otra cortina rosada, de tela liviana, que surgió como una idea para darle una capa más a la atmósfera. “Y tenía mucha preponderancia al comienzo, pero ahora crecieron tanto las plantas afuera que son ellas las que hacen ese efecto”, cuenta Rojas, quien ha experimentado de primera fuente los diversos usos de este edificio, porque vive temporalmente en otra unidad, que había sido previamente armada para funcionar como Airbnb. “Es como estar en el mismo espacio, pero sigue siendo diferente. Mi oficina, en un cuarto piso, da al norte y le llega mucho sol. El departamento está en el segundo piso, mirando hacia el sur, y tiene poco sol. En él hay un mueble que hace una división, que no llega al techo, pero que funciona como contención y eso es interesante”, cuenta. También lo es el verde: “El balcón tiene vida propia y hace lo que quiere. En él se puede ver el paso de las estaciones. En la oficina no lo usamos mucho para estar ahí, pero sí tenemos esa constante sensación de estar rodeados de verde en medio de un entorno urbano”, dice. Finalmente, el verde actúa como un filtro. “Termina completando el ambiente, el color, el movimiento de la luz. Es como tener un árbol al lado todo el tiempo, y eso da un brillo y una temporalidad muy especial”, agrega.

El interiorismo de la oficina de Javier Agustín Rojas, Josefina Sposito y Juan Campanini fue desarrollado en conjunto con Itmet Estudio, oficina de arquitectura y desarrollo técnico que se encargó del equipamiento, las bibliotecas y rieles para esta unidad.

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2021-09-01T07:00:00.0000000Z

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